El cambio climático y la creciente demanda de recursos hídricos conducen a una desecación gradual de la región de la meseta andina sudamericana (Altiplano). El proceso de desertificación en combinación con una práctica agrícola inadecuada representa una gran amenaza para la sostenibilidad económica regional. La escasez de agua y la degradación del suelo asociadas a la situación actual conducen a una disminución progresiva de la producción de los cultivos, mientras que esta representa una de las principales actividades económicas de la región.

Se espera que esta situación empeore en el futuro próximo como consecuencia del cambio climático. En este contexto, el riego con aguas residuales se prevé como una adaptación de trayectoria “obvia” para superar tanto la escasez de agua como la degradación del suelo a escala de corto plazo. Sin embargo, a largo plazo, el riego con aguas residuales también conlleva importantes riesgos medioambientales y sanitarios, que podrían empeorar la situación actual. Esto es particularmente observable en el Altiplano, donde el contexto geológico y las numerosas actividades mineras aportan elevadas concentraciones de metales a los recursos hídricos potencialmente utilizados para el riego.

La transición hacia una adaptación óptima de la agricultura regional requiere una clara comprensión de la situación actual y de los factores (clima, gestión agrícola) que la han provocado. Esta tarea es complicada debido a la escasez de datos disponibles.